miércoles, 22 de enero de 2014

LA LETRA PEQUEÑA DEL DESEO. Eduardo Gambetty
 

A todos nos hace falta en medio de esta ajetreada vida de incertidumbre, estrés y problemas de todos los colores, sentarnos a coger aire, poner la mente a descansar y si de paso conseguimos sentir, con una sonrisa en la cara, que nuestros problemas vitales son comunes al del resto de los mortales, mejor. Os aseguro que esto es lo que se siente con La letra pequeña del deseo entre las manos. Eduardo Gambetty nos trae una novela de superación del drama cotidiano cargada de humor sarcástico. Ironía bien empleada a merced de sentimientos y emociones encontradas que aparecen cuando nuestro mundo, confortablemente construido a base de esfuerzo y creencias, en un instante se derrumba. Es entonces cuando sólo cabe una salida: la temida “Empezar de nuevo”.

Con la historia que el autor nos presenta, se recorre el principio del camino de una nueva vida. Donde las expectativas de que el suelo de este camino esté moquetado con brasas enrojecidas, como si de una bajada al infierno se tratase, hace que poco a poco, esa andadura no sea tal. Y se vaya construyendo con experiencias, personas y emociones nuevas, hasta ahora nunca vividas. La inseguridad transformada en acción, valentía y autoconocimiento.

Susana es una mujer de treinta y ocho años profesional, inteligente y atractiva. Casada con Edward. Ambos tienen una hija, Paula y viven en Londres. Su vida es de lo más estable y satisfactoria hasta que descubre que su marido tiene una relación con una joven modelo y éste decide comenzar una nueva vida con ella. Susana tiene por delante la gran aventura de empezar de nuevo. Volviendo a su ciudad natal, Madrid, y reencontrándose con personas y también fantasmas del pasado a los que hacer frente para ir superando la dura prueba vital del abandono.

Tengo que hacer especial mención a la relación destacada con su madre. Defensora a ultranza de la moral católica a la par que señora frustrada y sufridora por convicción. Puede sonar a todo menos gracioso. Pues no es posible explicar cuánto me he divertido con ella hasta que no leáis la novela. (Creo que releeré el capítulo III cada vez que tenga un mal día).

Susana descubrirá nuevos horizontes en su vida. Tanto en el plano emocional como en el sexual y como pretendo que leáis La letra pequeña del deseo, sólo haré hincapié en dos aspectos que de ninguna manera voy a dejar pasar:

El primero es la gran sensibilidad con la que el autor se mete en la piel de una mujer. En sus sentimientos, pensamientos y hasta autoestima. Yo que lo soy (mujer) me he sentido muy identificada y esto sólo puede significar que está bien escrita.

El segundo aspecto que no quiero que conozcáis es el detalle de que cada capítulo esté encabezado por una canción protagonista de la historia narrada. Y como lo bueno se hace esperar, me quedo con la del último: How I wish you were here de Pink Floid (Cómo me gustaría que estuvieses aquí). Deléitense…

Si tengo que ponerle un “pero” a la novela, será en que algunas escenas sexuales (las hay y muy explícitas) no he acabado de ver que fuese una mujer la que las describía. Pero el sexo es algo muy personal y subjetivo. Incluso no hay por qué identificarse según el género. Hay tantas sensibilidades sexuales como personas.

La letra pequeña del deseo es una historia común, donde cualquiera podemos ser el protagonista. Con una narrativa ágil, fácil de leer, como si de una conversación con una amiga se tratase. Donde además de comprobar cuánto se repiten las emociones y sentimientos, también podemos echar unas cuantas risas con el humor tan característico de Eduardo Gambetty.

Sólo me queda agradecer a Eduardo el que haya compartido conmigo este “mar de sensaciones”.

Os recomiendo esta mirada al futuro, al optimismo y a la libertad: La letra pequeña del deseo.
 

1 comentario:

  1. Es una reseña fantástica. Poco puede añadirse a palabras tan claras y que ilustran tan bien tu novela. Ya te lo he dicho, te mereces todo lo beuno que te llegue.

    ResponderEliminar